Copyright Victoria Frances

CANCION DE CUNA

Pedro sintió frío, todo su cuerpo se estremecía con fuerza.El añejo reloj de cuco señaló las doce de la noche con su voz grave. Abandonado yacía el salón principal, acariciado por la tenue mirada de la luna llena filtrada por entre las bailarinas cortinas carmesí. El gemir melódico de una mecedora y el murmullo de una susurrante voz femenina invitaban a un sopor dulce y despreocupado.

“Detén tu llanto, estoy junto a ti,
Coge mi mano, siente mi calor.
Mis brazos te protegerán de todo mal.
No llores más, siempre estaré aquí.
No tengas miedo, mi niño,
Abre tus ojos y me verás cerca,
Escucha mi corazón latir
Este lazo nunca se romperá.
Duerme mi cielo en paz y tranquilidad,
Seré la mano que siempre te levante,
Seré la luz que vele tus sueños,
Quien te abrace al final del viaje.
A veces te sentirás solo y abatido,
Y tu corazón conocerá el dolor,
Debes mantener la cabeza erguida.
Estaré ahí, sólo mira por encima de tu hombro.
Detén tu llanto, estoy junto a ti.”

Pedro sonrió de nuevo al recordar la nana que su madre siempre le cantaba de pequeño. Sabía, en lo más profundo de su corazón, que su esposa haría lo mismo con el joven Pedro. Cuando pronunciaba sus nombres sus rostros pasaban por su mente. Era una lastima que el proyectil hubiera alcanzado de muerte a este hijo, padre y esposo, una verdadera lastima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario