Copyright Victoria Frances

SOLO EN LA OSCURIDAD

El frío de la brisa nocturna debilita mi coraje con su aliento de soledad y supremacía, mi valor se hace tan insignificante como el grisáceo polvo del camino. Los árboles bailan el harmónico vals de la eterna y profunda noche, dibujando siluetas bajo la luz de la sangrienta luna llena. Las hojas son meras marionetas con forma de mariposas que vuelan a mi alrededor, mostrándome un sendero dominado por el negro y el oscuro azul del infinito firmamento. Por mi cabeza rondan risas, lamentos y suspiros de niños que aparecen y desaparecen frente a mis ojos, la cordura ha decidido que no soy un buen anfitrión. Mis pasos no son más que temblorosos intentos por seguir una dirección que me aleje del terror que se ha apoderado de mi alma. Mi respiración es la última exhalación de alguien que espera su final con cobardía, tratando de aferrarse a recuerdos de momentos mejores y de mayor luminosidad. Intentar alejar mi mente de este lugar no lo hará desaparecer. Las garras de los esqueletos que fueron robles son cada vez más acechantes y el ritmo del viento se ha convertido en la amenazante respiración de la bestia de mis pesadillas. Siluetas y murmullos se esconden tras los matorrales, escudándose; invisibles y gélidas manos rozan mi rostro, dejando plasmadas en él, sensaciones de sangre y venganza. Veo una habitación de azulejos blancos carcomidos por el olvido y la herrumbre del tiempo, la tenue luz de la lámpara se mueve, dibujando el contorno de la bañera en la que se encuentra mi carcasa corpórea. La luz quema mis ojos y el tacto cálido del agua en la que me encuentro me invita a dormir, los párpados pesan como tela mojada y mis fuerzas parecen haberme abandonado hace tiempo, pues no recuerdo ni como ni cuando he llegado hasta aquí. El tiempo parece detenido en la estancia y los recuerdos son velos transparentes que resultan imposibles de descifrar.
Otra vez la soledad se ha erguido como la única que escucha lo que tengo que decir, he olvidado mi voz, pues solo mi pensamiento puede expresar lo que siento con la prontitud que deseo. Mis sentidos se han dormido y ahora rehúsan obedecer a quien fue su amo... ¿Este es mi destino, ser olvidado en una atemporal estancia, sin conciencia de la realidad? Estoy cansado de luchar, hastiado de tratar de escapar de aquí, lo he hecho en demasiadas ocasiones y ya no me quedan ganas ni fuerza. Estoy decidido a rendirme y pasar lo que me queda de tiempo en esta bañera cubierto del dolor de la razón perdida. Me queda la esperanza de que, con el paso de las edades que me queden aquí, pueda conseguir entablar algún tipo de amistad con las alimañas e insectos que murmuran mi nombre por las esquinas de la habitación.

Ha pasado toda una eternidad, las sombras de mil vidas parecen haber pasado bajo la rendija de la puerta de mi estancia. Muchos desconocidos ojos se han detenido a observarme mientras me deshago en mi abandono, algunas crueles carcajadas han resonado tras los pasos de mis espectadores. Mi funesto sino parece haberse revelado ante ellos, pues en muchas de sus miradas veo escrita la palabra “adiós”, salinas lágrimas cruzan la puerta para introducirse en mi bañera... Pesadez, esa soporífera sensación de cansancio se ha convertido en el aire que respiro... si es que aún mantengo algo de vida en mi interior... Y ahora todo cambia a mi alrededor
Las paredes palpitan, exudando líquidos oxidados con memorias escritas en un lenguaje demente desde la oscuridad de lo absurdo. Sollozan angustiadas palabras que resuenan en mis huesos y sacuden mis tímpanos con la maltrecha y cansada sangre que aún queda en mi cuerpo. Escondidas tras los añejos azulejos se hallan arterias que recorren la estancia levantando virulentas ampollas a su paso. La presencia de mi abandonada cordura gimiendo junto a mi lecho me resulta repulsiva, comenzando a encender las ascuas de mi apatía. Cadenas lejanas y cercanas resuenan ecoicas, provenientes de todos y ningún lugar, entonando una canción de cuna que me ayuda a caer en el sueño de lo desconocido.
Desconcertadas y danzarinas mariposas de cadavéricas alas revolotean alrededor de la mugrienta y amarillenta bombilla, devoradas cada una de ellas con gula por sus afilados dientes. Mientras, mi roñosa bañera se hunde lenta e inexorablemente en una viscosa superficie de carnoso tacto. Mi pútrida cárcel cobra vida y trata de extirpar la alergia que le provoca mi sola figura en su interior, he sido condenado a ser un virus en mi propia conciencia. Arrinconado a una parte de un todo que antes era yo, exiliado de mí mismo, resignado a ser esclavo de mi caótica mente. Tengo visiones de descarnados cuervos carcomiendo mis entrañas mientras ríen con mis ojos entre sus picos, perros vagabundos esqueléticos que rasgan mi carne mientras sigo aún con vida. Niños ahorcados en un bosque, como simples adornos en un sórdido árbol de navidad, insanas ancianas elucubran hechizos con roncos graznidos de ultratumba. Gente que espera el día del juicio sentada sobre su propia tumba, observando como los gusanos se hacen presa de quienes no han soportado más el peso de su malvivir. Veo maquinas fabricadas con carne humana soldada al metal ennegrecido por la sangre que ha bebido en este tiempo. Llantos de rosas marchitas en busca de sus raíces en un frío mundo dominado por el gris metalizado, jardines de negras cruces regados con el jugo de corazones cenicientos... No, no puedo despertar de esta pesadilla, ¿por qué no puedo abrir mis ojos y desaparecer de aquí? ¡Quiero despertar! Estoy cansado de purgar por este camino que tiene como parada la perdición. Mi enfermiza e impía mente está deformando mi cuerpo, destruyendo la imagen que me mantiene atada con un cordel de oro gastado. Mis manos son apéndices abominables y amorfos, mis piernas se han tornado en sanguinolentos muñones, me hundo en las sombras de mi dolor. No veo la luz al final del túnel, no hay más que carne y vísceras... tal vez sea ahora cuando he despertado a lo que mis ojos no percibían con anterioridad. ¿Es esto lo que me merezco?, La herencia que me regala el mundo es un pozo oscuro en el que el tacto es lo único que resta de mis sentidos. Arterias y músculos de nauseabunda viscosidad son mi lecho y mi estancia, pero lo que más me preocupa es que su olor me es atrayente, siento la necesidad de saborearlos... pero ahora me doy cuenta que ya lo he hecho, pues noto su textura en mi paladar.
Ya no puedo caer más en el abismo de la locura o de la realidad, pues creo que si descendiera más llegaría de nuevo a lo más alto. Pensamiento que me desalienta, pues no sé si soportaría revivir de nuevo lo pasado. Los hilos del destino han dejado de atemorizarme hace ya varias eternidades. Estoy condenado a ser la consciencia viva de este trozo de locura navegante...
Y ahora, cuando creo que estoy solo de nuevo, puedo sentir como unos ojos me observan y la oscuridad sonríe satisfecha con mi propia voz... “Contempla nuestro paraíso y abandona tu humanidad, tu estólido deseo que bondad te ciega ante lo evidente. No puede brotar la bondad de un alma nacida de la más oscura maldad. Eres mi demonio, y aunque te vistas de ángel caído en desgracia buscando redención, eso es solo una máscara que oculta lo que en realidad eres. Ríndete a la evidencia, no hay bondad en tu corazón, sólo una ilusión creada por tu afán de mantener la cordura que perdiste hace largo tiempo... abraza el placer que te estoy brindando. Nada debe constreñir tu conciencia... libérate de la falsa compasión por esas cáscaras que caminan lejos de la verdad. Tu cruzada es una causa perdida, mi pequeño, no anheles encontrar una paz que haga desaparecer la maldad que portas en tu interior. Hazme caso y no desperdicies tu tiempo con patéticos intentos de salvación hacia una mente que se ahoga en su propia bilis, su final está cerca. El desenlace de todo es tu comienzo.

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